domingo, 24 de marzo de 2013

PRIMAVERA

Ya ha llegado la primavera
y que bien que huele
de los vientos a su vera
arrastra pétalos de flores

Ya ha llegado la primavera
miles de recuerdos en su regazo
se derriten las horas como cera
libre con tan solo abrir los brazos

Ya ha llegado la primavera
joven risa me aporta
de agradable tiempo y marea
que hace de males cosa corta

Se fue la lluvia y sus rencores
antaño es otoño y sus dolores
que espera agazapado en los rincones
ahora toca alegría de hombres

Cae la hoja del árbol perenne
pues se posa el sol en sus copas
y las hace brotar de las mieles
y las riega con sus mejores coplas

Amargo letargo del sol
capricho del sistema solar
que lo durmió con cualquier licor
acomodado en su bienestar

Pero hoy no, hoy renace
hoy llora rayos de vida
espera a que algo le alcance
pero la tierra le es legítima

Jazmines, rosas, claveles
flores, hoy sois mis musas
somos de distintos niveles
pero de alegría mutua


Diálogo para uno (Primera parte).

Ese apagado café no reflejaba perfectamente el cansancio reinante en aquel lugar.
El olor sobrecargado, del sudor resultante del arduo trabajo de un interrogatorio hacia acto de presencia a las dos de la mañana.
- ¿Por qué se ha escapado?
- Vivo en una cárcel, es mi deber.
- ¿Por qué has vuelto?
- No he vuelto, ustedes me han arrestado.
El preso se pasó la lengua por los labios.
-No, tú te has dejado atrapar a mí no me engañas.
-No me he dejado atrapar, ahora mismo, estoy desatendiendo mis obligaciones.
- ¡Cállate y confiesa inútil ! - Dijo una tercera persona.
-¿ Que confiese..- Se pasó la lengua por los labios-.. el qué?
-¿Para qué te has escapado?
- Verá usted inspectora, mi naturaleza es muy distinta a la suya. Usted, vino a este mundo para tener hijos y salvaguardar la vida de personas que no le importan y no conoce en absoluto.
- ¿ A donde quiere llegar?
- Verá usted inspectora, yo soy el demonio que destruye esa tarea.
Pasó de nuevo su lengua por los mezquinos labios, esta vez, dejando entre ver sus sobrenaturales colmillos que afiló años atrás, antes que perdieran el nombre de dientes. Terrible y monstruoso.
Silencio.
-Te hemos acusado únicamente de seis asesinatos, tenemos pruebas más que suficientes para acusarte del asesinato de Alejandra Capril.
-Me había imaginado muchas veces ese nombre en voz de muchas bocas, incluidos en el de su madre, pero en su boca, inspectora, suena mejor.
-Es usted un monstruo.
La mujer, salió del interrogatorio. El otro hombre se quedó para agredirlo y amenazarle, pero no consiguió que moviese un solo dedo ni hacer desaparecer aquella mirada diabólica que se clavaba directa al alma.
La policía se dirigió al baño para vomitar, solamente aguantar esa mirada era suficiente para hacer temblar a una mujer, y mucho más a una madre.
Entró una compañera suya al aseo.
-¿Hoy te toca tener a la niña?
-No la tiene mi marido… mi ex marido ¿Por?
-Porque nos vamos de copas, por si te querías venir.
-Ahora mismo no puedo pensar, después te digo algo.
-Esta bien, te he traído un café.
Con el café en el suelo, la compañera se despidió, abandonó el servicio y se cerró la puerta.
Pero desde el interior se iniciaban unos gritos que no cesaban por mucho que el café dejase de mirarla.

lunes, 18 de marzo de 2013


GRITO AL VACÍO

Herido, me hallo herido de muerte
derramándome, derribado en el suelo.
El frio tapa mi sangre sin suerte
rodeado por la soledad, sin consuelo,
inflamado de brillante luz inerte,
en las cavernas mi voz cual trueno,
presa de la oscuridad siniestra
y la desprecio como protesta.

Perdido, en cualquier calle húmeda,
angosto escenario de cemento,
lugar donde mi sangre se hospeda
a cada latido como lamento.
Cruel y cara fue la moneda,
corazón frágil, quiere su momento,
se abre camino entre sus miedos,
paisaje donde pasean mis dedos.
  
Destronado el sol, abre la luna
cargada de nuevas nociones,
sostenida, observas mis runas,
antaño fueron malas acciones.
Pero hoy no, hoy serán mi cuna
templo de palabras y decisiones,
que se confunden con la escarcha
con el olvido y sus finas zarzas.

Pero que aplaque fuerte la pena,
no me hallarán, no me hundiré
lucharé por cambiar esta escena,
mientras vuelan palabras en el aire,
de cambio y hambre son llenas
llenas de alma para que respiren,
porque el mundo mostró su dureza
y me tocó vivir a la fuerza.

Vasallo del mundo y sus aristas,
mis sueños libres le son infiel,
ya que siento como la brisa
al paso que pasa por mi piel,
me envejece rápido la risa
y pinta arrugas con su pincel,
difuminando cálidas caricias
en la tristeza para sus delicias.

En estas horas, el frío es abrigo
envolviendo mí pecho aún fuerte,
esperanzas de un buen amigo
de esos que olvidan la muerte,
pero en la vida, el mejor camino
es el de luchar contra la suerte,
porque pone el cielo en la boca
mientras soñando te derrota.

Trátame de infinito paciencia,
que me deprimiré en tu aborto,
menguada relación por la infancia
desgracias de este mundo absorto,
bello por sus notables carencias,
su poca paciencia que no soporto,
pues suma su aceptable enfado
ante un humano deshuesado.

Y esta palabra que me falta,
mi garganta rota pide auxilio,
por estos ojos que le relatan
del rencor y su cobarde exilio,
de esta rabia que me delata
pero juré no verla por concilio,
en el silencio sordo secular
cuando mi grito no pudo escapar.

Me oprime el pecho no salvarte,
sal de mí y hazte alma libre
lejos, para aquí no quedarte,
abandona mis heridas y calibres,
estas penas que por sangre trajiste,
mi conciencia, habla para que no vibre.
Vete, no te guardo rencor alguno
abandona y olvida tierra y muro.

Vuela, vuela alma, no eres mía,
vuela al mundo que nos prometieron,
escapa, aquí eso es fantasía,
futuro camino de reales viajeros.
Vuela, vuela y sé libre mi vida,
en el lamento del latido eterno,
dale alas y retos castigo,
felicidad, se tu su fiel testigo.

Ahora, para mí, el futuro no existe,
mis palabras carecen de sentido,
aquí moriré, con mi destino triste,
mis sentimientos asustados y heridos,
estos ojos que en cristal se derriten,
anclado al mundo me despido,
ya que no veré próxima primavera
ni la resina gotear como cera.

¡Muerte! Déjame ser tu espada,
para creer te daré razones,
en esta noche de luna quebrada,
consecuencia de tus ambiciones
te apunta mi mirada trastornada,
pero solo busca salvaciones,
mi alma volátil que lejos escucha
solo pido un segundo más de lucha.

Caída una estrella en mi herencia,
se alza en palabras de sentencia:
“Llora y sufre trozo de carne,
algún día vendrán a salvarte “.

miércoles, 13 de marzo de 2013

A LA VIDA

Y el estrés del nuevo día,
la tristeza por la tarde
con mis plegarias no te valía,
mientras estos pulmones arden
que en tus manos fueron arte
ahora escapas ¡ Maldita !

Mi llanto logrará alcanzarte,
y allí, donde nadie te escuche,
mi mirada podrá forzarte,
a calzar los dientes en un estuche
a ver la vida que no podré darte

Y allá donde estés, más arriba,
estaré yo, luchando en la sima
de las nubes y fuego por encima,
 la luna en el horizonte me derriba

Delante de mareas y cimientos,
ciega y sorda en mi desarme,
ahógate en las carnes del lamento
tu nunca quisiste ayudarme.

Camina penitente de mis ojos
y merecida en mi mente,
porque ante castigos no me acongojo
ni en el murmullo de la gente.

Porque antes eras de mis penas
y ahora de mi orgullo,
ilusiones que fueron tu cena,
pero mi voluntad, castigo tuyo.

Y se que donde todo esta bien,
murió la crítica, murió el humano,
pero sumérgete en la pena y vive,
pues la flor que escribirá será tu mano.




No sabía como pero no se encontraba, estaba sólo, perdido en esa ciudad amurallada.  Aquel ingenio que antaño le acompañaba, que le ofrecía auxilio si así lo demandaba ya no estaba, desapareció. Lo sustituía esa habitual angustia, esa ya más que probada sensación de fracaso, cosa que tanto temía repetir Y se ahogaba en ese miedo. Deambulaba por las calles, rozando su palma con aquellas terribles fachadas, tan abruptas y tan frías, sin mayor consuelo que tener que mediar con el castigo de la soledad en su mente. Miraba la corona de los edificios, como si ellos fueran a ayudarle “No, no lo harán, deja de mirarlos, déjalos “. No sabe muy bien lo que buscaba, tal vez una salida, tal vez una solución, no lo sabía. Debía caminar, pues aquellas nubes negras le pesaban, de un momento a otro llovería y debía encontrar un refugio para resguardarse. La paciencia le acompañaba, le carcomía despacio llevándoselo a su terreno, donde allí, podrá transformarse en desesperación y lo devorará a su gusto. Pero a cada paso le respondía el siguiente porque aprendió de la peor de las maneras que el mejor de los caminos es el de luchar contra la suerte.

La hipocresía de aquellos escaparates jugaba en su contra, pues tenía que seguir atravesando calles y avenidas. Dobló una esquina y se permitió mirar atrás por ver que dejaba olvidado, pero al mismo tiempo que ejecutaba esta acción, uno de los edificios de esa misma calle reventó por las ventanas convirtiendo miles y miles de vidrieras en una simple llovizna de verano, sus muros, se abombaron hacia fuera tanto como pudieron hasta que reventaron y con un simple pero atronador estallido, cayó el último de los pisos, aquel que se permitía discutir con el sol cuando se dejaba ver, tras él, cayó el piso sucesivo y así sucesivamente, replicando al suelo el pecado de su altura con cada choque que se esforzaba en imitar la colisión de dos trenes. El edificio se derrumbó sobre sus propios cimientos, acumulando así su propio peso en ellos, y de esta manera consiguió desmoronarlos cavando su propia tumba en una considerable sima subterránea.

El resto de los edificios ni se inmutaron, al igual que la gente que pasaba por allí, como si ellos no hubiesen visto nada o simplemente querían ser indiferentes por un motivo u otro. Nuestro protagonista, ahora estaba asustado, se sentía dotado de un letal poder, capaz de destruir cualquier cosa, pero él, nunca lo quiso así. Y comenzó a llover. Una lluvia fuerte, intensa y furiosa, las calles fueron pasto de las miles de tumbas de las gotas, que después actuaron a modo de desfiladero. Él encontró refugio a diferencia de la lluvia, en un patio de cualquier edificio. Y allí esperó a que la lluvia cesase mientras las calles se hacían y lo atrapaban, mientras el frío mármol en el que estaba apoyado le combatía. Y allí esperó, sin importar quien fue o qué podría ser, simplemente estaba perdido, atragantado en la vorágine de asfalto y cemento tintado que adquiría una forma vertical ante sus ojos y un gusto amargo de derrota en el paladar.