martes, 16 de abril de 2013


UN MURO SIN LAMENTACIONES 

7 de Junio de 1967

A mi padre:
Lejos quedan aquellos tiempos en los que me hablabas de los árabes como gente que salía del papel y protagonizaban atentados contra nuestro pueblo. Hoy los he visto, los he tenido frente a mí, pude decidir su destino.
 Esa gente no volverá a molestarnos nunca más, no volverá a pasar riesgo alguno nuestra familia, ahora tendremos lo que es nuestro, lo que siempre nos ha pertenecido. Hoy padre, hemos tomado Cisjordania.

 Los hemos cogido desprevenidos, tal y como pretendíamos,  dentro de nada obtendremos la franja de Gaza y la península de Sinaí.  Padre, podemos defender lo que es nuestro, nos haremos respetar ante todo Egipto, Siria y Europa, les hemos vencido. Todo ese miedo que teníamos hoy ya no tiene sentido, no hay porque tenerlo, el estado judío es sólido y fuerte, y más ahora que los árabes están fuera de nuestros dominios. Nuestra cultura, milenaria y sabia hoy nos a dado toda la fe necesaria para obrar esta proeza.

El comandante dice que todo acabará dentro de poco, que se acabará la guerra en seguida y que pronto volveremos a casa. He pensado en mudarme a Haifa, siempre he querido pasear por la playa y tocar el agua del Mediterráneo. Pasaré el día estudiando el Tanaj de sol a sol y allí nadie podrá molestarme.

No sé cuando te llegará esta carta, tanto árabes como los de la ONU han bloqueado nuestros sistemas de comunicación, pero llegaré a casa, a Jerusalen aunque aquí cualquiera hace mucha falta, cualquiera de nosotros es útil en alguna posición. Defenderemos nuestra sagrada tierra hasta la muerte, este será un día siempre recordado en la memoria del pueblo judío. 

martes, 9 de abril de 2013


HACIA CARONTE POR EL RÍO DE LA VIDA

Los rayos de luz rompían esas bolsas de gases sostenidas sobre el suelo, que proyectados lamían las fachadas de los edificios colindantes. Con sabor a un singular color a hielo azul, que mientras describía a los edificios se deslizaba como un río vertical, afluente del pavimento. Y allí, en el ángulo inútil del edificio, sobre el suelo, un viejo león hambriento con aspecto de hombre vislumbró otro león mucho más joven y fiero, valiente y risueño.
-Joven ¿Cual es la raíz de tu camino?
-¿Quiere que le de unas monedas viejo?
-¿Acaso te sobran?
-Bueno, yo soy artista, vivo de la gente y debo hacerlo así.
-Joven, tu oficio no debería dictar tus principios, al fin y al cabo, quien se viste con muchos trajes diferentes termina con no vestirse con ninguno.
-Mis principios están fundamentados en mi arte, en lo que me hace vivir, pues no conozco ningún principio más puro que ese.
-Pues dime tu ¿Qué será de ti cuando sobre tus principios de cristal se derrumbe el fogoso entramado de las necesidades naturales, cuando te enfrentes a la hipocresía de la vida?¿Qué será de tus principios cuando veas que tu “ arte” no existe, porque es superado?¿Cuando veas que en lo que te creías mejor ya no lo quieren, sujeto de una relación hipócrita y de simple necesidad?
-¿Yo? Yo seguiré fuerte, y cuando me derrumbe me levantaré, porque tengo una fe ciega en lo que hago y en lo que soy, porque se lo que quiero, y esto, siempre ha sido mi decisión, porque mi voluntad quebrará el suelo antes que abandonarme.
-Acabarás por morir en el intento.
-Tal vez, pero yo no tengo miedo, porque he asumido ese riesgo.
-El mundo, joven, no es como crees, allí afuera la gente se vende por treinta monedas, no tiene principios y solo se guían por el frío dogma de sobrevivir como puedas sin importar a quien se daña.
-Yo eso no lo se, pero amo lo que hago y no me importan los demás
-Que dios te guie, porque pronto lo hará Caronte


UNA LETRA ESCRITA EN UN TINTERO ROTO

Ya son las doce en mi ventana,
el sol al que persigo
no volverá hasta mañana,
y mi tinta y su negro prestigio
que en el folio se derrama
no volverá si no es por auxilio.
El carácter y sus escamas,
hacen de este, un singular maleficio,
mientras mi nervio sigue despierto,
porque hoy, mi habitación es un concierto.
Busco en el cielo incierto
a mi musa y su nuevo manifiesto,
ser incorpóreo ¿Por qué me abandonas?
esta voz que ya no entonas,
pide que vuelvas, que sin ti no existo.
Eso, musa, que no me dices,
pero todo el mundo entiende,
esa verdad que por no doler
se queda entre tus dientes.
Ahora, te encuentro,
aquí, agazapada sin aliento,
en el misterio y sus adentro,
tu que puedes, dedicando mandamientos,
pero en este mundo de fieras,
pocos o nadie te harán caso,
yo ya me cansé, de veras,
y ahora solo vuelo al raso,
entre edificios y cometas,
quebrando las leyes que describo,
de mi ventana al infinito.
Pero veo,
que no hay sentimiento en el oficio,
y desde entonces, grité al vacío.
Mientras deseo,
tener tiempo para sentir,
beber de los brebajes que no son elixir.
¿Que quieres que te diga?
Escribo a tiempo,
narrando de lo que relata el viento,
corriendo tras él por recoger sus migas,
filosofando verdades inciertas
porque los páramos se derriten,
peleándome con las letras,
por tener un futuro que no existe,
y así lo narro yo,
este es mi planeta,
rompiendo entre las aguas,
por el rumbo de mi veleta.
Una letra escrita
sin ser descrita del todo,
un pergamino equilibrista,
en un tintero roto.






















sábado, 6 de abril de 2013

Reír, llorar, amar,
querer, sufrir, dolor,
tenerte en sueños y despertar
sin verte pero teniendo tu olor.
Ilusionado en días de tormenta,
cuando la ventisca se funde
en los edificios que hunde
si el llanto los calienta.
Iluminado por una luna pálida,
tallada por un artesano ciego,
ahoga a las esculturas sin salida
por no teñir de eterno el azul del cielo.
Pasea su mente por las flores,
robando su perfume en señal de duelo,
aprendiendo de sus colores
a la vez que recoge estrellas del suelo.
Y en el perfil de sus ojos,
oblicua vuelve su mirada,
el paisaje se torna de adorno
en sus manos inspiradas,
artista por sus rencores lejanos
que conoció la verdadera ciencia
de amar a sus hermanos.
Pero su historia es un murmullo,
un secreto siempre oculto,
como el motivo de una lágrima
el destello de un sueño,
como la primera rima
o la moral y su dueño.




martes, 2 de abril de 2013


Dialogo para uno ( segunda parte )
Fue una deliciosa noche, pero por la mañana, aquel guardia, al que soñé descuartizar y hacerle gritar hasta la locura me sacó de mi insuficiente habitáculo.
Y ahí estaba yo, otra vez en el interrogatorio, con ese odioso guardia y la joven inspectora. Una mujer que con no más de treinta años y una hija ya tenía una buena consolidación en la comisaria. Allí estaba ella, tomando su rutinario café, ya que una hija de cinco años aún sigue teniendo fuertes pesadillas, no obstante, ayer noche la responsabilidad de la niña recaía en su exmarido borracho.
Me nombran una serie de crímenes que yo cometí  y que en mi memoria cometo cada día, entre esas raquíticas cuatro paredes. Solo escucho gritos dolor y auxilio, pero en ese momento mi cuchillo prende de fuego su sangre y su corazón se para.
Tengo que seguir respondiendo preguntas estúpidas, desencaminadas, pero es divertido enredar a esos ilusos en el misterio de mis palabras.
Me preguntan el caso de la muerte de una mujer. Alejandra Capril, una joven estudiante que vino a mi casa para hacerme una entrevista. No aguantó mi mirada, menos aun cuando observó mis dientes.
Seguían haciéndome preguntas estúpidas. Me gustaba ver como perdían el tiempo hablando conmigo. Ahí estaban ellos, toda la oficina de policía llevaba una semana sin dormir, desde que me arrestaron, todos con ojeras y de mal humor, mientras yo dormía caliente a la vez que conseguía escaparme. Aunque ninguno de esos pobres ilusos conocía el resultado de mi última obra final, aquella por la que vine al mundo.
La mujer se va, sabe que algo va mal, lo veo en sus ojos. Se va a vomitar, que pena, hoy hemos hablado poco.
El hombre se queda, me pega una paliza, una de tantas más.
Me lleva a la celda y me vuelve a pegar otra paliza, será que ese guardia necesitaba desahogarse porque había descubierto, tal vez ya, que su mujer le era infiel, que uno de esos jóvenes a los que apalizaba en las manifestaciones era su hijo, o que simplemente me pegaba porque era una bestia capaz de quitarle los nervios uno a uno con las manos. Aun así, mi pecho escucha los gritos de rencor que no desembocaban en ningún oído. Ten paciencia pues estas esposas empiezan a aflojarse.
Mientras tanto, me deleito en el recuerdo de la aventura de anoche, cuando me escape. Dado que salí en busca de una niña, hija de un borracho divorciado. Ahora atrapada en una jaula, con las cuencas de los ojos ahora descafeinadas.
Escuche desde mi celda los gritos de esa madre, que gritaba porque ese café no paraba de mirarla.