UN MURO SIN LAMENTACIONES
7 de Junio de 1967
A mi padre:
Lejos quedan aquellos tiempos en los que me hablabas de los
árabes como gente que salía del papel y protagonizaban atentados contra nuestro
pueblo. Hoy los he visto, los he tenido frente a mí, pude decidir su destino.
Esa gente no volverá
a molestarnos nunca más, no volverá a pasar riesgo alguno nuestra familia,
ahora tendremos lo que es nuestro, lo que siempre nos ha pertenecido. Hoy
padre, hemos tomado Cisjordania.
Los hemos cogido
desprevenidos, tal y como pretendíamos,
dentro de nada obtendremos la franja de Gaza y la península de Sinaí. Padre, podemos defender lo que es nuestro, nos
haremos respetar ante todo Egipto, Siria y Europa, les hemos vencido. Todo ese
miedo que teníamos hoy ya no tiene sentido, no hay porque tenerlo, el estado
judío es sólido y fuerte, y más ahora que los árabes están fuera de nuestros
dominios. Nuestra cultura, milenaria y sabia hoy nos a dado toda la fe
necesaria para obrar esta proeza.
El comandante dice que todo acabará dentro de poco, que se
acabará la guerra en seguida y que pronto volveremos a casa. He pensado en
mudarme a Haifa, siempre he querido pasear por la playa y tocar el agua del
Mediterráneo. Pasaré el día estudiando el Tanaj de sol a sol y allí nadie podrá
molestarme.
No sé cuando te llegará esta carta, tanto árabes como los de
la ONU han bloqueado nuestros sistemas de comunicación, pero llegaré a casa, a
Jerusalen aunque aquí cualquiera hace mucha falta, cualquiera de nosotros es
útil en alguna posición. Defenderemos nuestra sagrada tierra hasta la muerte,
este será un día siempre recordado en la memoria del pueblo judío.